Una cosa que sí he hecho en estos meses de no escribir aquí, ha sido leerme los tres libros de Los Juegos del Hambre, y estoy muy contenta porque así voy cumpliendo alguno de mis Buenos Propósitos para este año. Bueno, también porque me han gustado mucho, la verdad, son unos libros que se leen solos y, si te descuidas, te enganchas y no haces nada más. Así que me los leí los tres, del tirón.
Yo ya me había visto la primera película, que es una adaptación muy buena y además se parece mucho (por algo la hizo la autora) y, como creo que también la ha visto ya el resto del mundo, a estas alturas supongo que todos sabeis de que va la historia. Es un futuro postapocaliptico en el que EEUU se ha convertido en Panen, y hay doce distritos muertos de hambre y medio despoblados a las órdenes de una ciudad muy lujosa llamada El Capitolio, que cada año organiza una competición a muerte entre los adolescentes que los distritos están obligados a enviarles, porque a ellos les gusta y por fastidiar. Que además, como las edades de los participantes van desde los 12 a los 18 y algunos distritos hasta entrenan a profesionales, te encuentras a armarios tipo Bourne especialistas en armas, contra niñas pequeñas que imitan pájaros.
