A principios del verano estábamos jugando a Call of Cthulhu en casa de Andrade (casi siempre jugamos allí, porque vive solo y tiene mucho sitio). Además, narraba él. Nos habíamos colado en una casa en busca de pruebas de una serie de desapariciones y estábamos encontrando bastante más de lo que hubiésemos deseado. El tiempo pasaba y estábamos en un sótano laberíntico y lleno de cosas feas, con una sola escalera para escapar de allí, que quedaba cada vez más lejos y los dueños podían llegar en cualquier momento. Estábamos bastante metidos en situación cuando, en el silencio de la siesta y con todas las persianas bajadas, escuchamos como algo se desplomaba en el piso de arriba (en el de verdad, quiero decir), un mueble o algo grande. Casi morimos de un infarto todos, Andrade incluído.
Y no me convence, aunque cualquiera se lo dice con lo entusiasmado que está. Para eso prefiero ir a El Circo de los Horrores, o a la casa encantada de la feria. Jugando a rol, y más si es Cthulhu o similar, lo que quiero es una historia tan buena que si se le cae un cazo al de arriba me dé un infarto, no sé si me explico. Y unos personajes que estén tan metidos en ella como yo, cosa que no creo que pase si te pasas el rato mirando alrededor a ver qué te van a tirar encima. Creo que, para crear ambiente, lo primero es jugar con ganas de vivir una historia; lo segundo, un buen narrador y lo tercero un sitio tranquilo. Luego, como mucho puedes usar velas en alguna escena, o algo de sonido que dé ambiente sin molestar demasiado.
Otra cosa, claro, es montar una yincana, o una casa encantada para echar una tarde, que sí que me gusta. Pero rol, no. En fin, por ahora la cosa sigue en planificación, no sé si llegará a montarla o si yo la jugaré.
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