Kaërkai y yo vamos a hacer un ciclo de cine navideño: Jungla de Cristal, Batman vuelve, El Día de la Bestia y a lo mejor Qué bello es vivir (aún no lo tenemos muy definido).
Y hemos empezado por Jungla de Cristal (Die Hard). Qué peliculón. Yo creo que, a estas alturas, no debe de quedar nadie a quien le pueda hacer spoilers con esta película pero, por si acaso, yo aviso que va a haber a montones.
Tengo que decir que me da un poco de melancolía ver esta película, porque nada más empezar ves a Bruce Willis con pelo cargar con un oso enorme de Nueva York a Los Angeles, pero tú ya sabes (porque has visto las otras cuatro pelis) que la cosa no va a acabar bien. Que, por muchas veces que John Mclane salve el mundo, al final se divorcia y su hijo le odia la mayor parte del tiempo. Y a mí eso me da pena y me inquieta un poco. Piensas qué hará este hombre entre película y película que contrarreste la hora y media que acabas de ver, si es que se dedica a ver las series antes que su familia para contarles quién muere, o a pegarles con una cuchara o qué. Ya lo adelanta su mujer, cuando dice eso de "John sigue vivo... sólo él puede cabrear tanto a alguien".
La segunda razón (final feliz aparte) para no haber hecho más partes es el malo. No ha vuelto a haber un malo de Jungla de Cristal con tanto estilo como Alan Rickman. Incluso cuando lo pilla Bruce Willis y empieza a gimotear como una nena para hacerse pasar por uno de los rehenes, lo hace con clase. Los otros de la banda también están muy bien: el informático y Karl, el rubio gigante que parece Terminator (hasta reaparece al final entre el fuego, despues de haber muerto ahorcado en una azotea que voló en pedazos, no le falta más que el pilotito rojo).
Y, los más malos de todos, los periodistas, que ni siquiera consideran que puedan haber hecho mal metiéndose a la fuerza en la casa de los Gennaro-McLane y delatándolos en directo. El FBI también da miedo, no tanto por lo que hacen como por lo que hablan entre sí los dos agentes Johnson (sin parentesco).
Porque los malos son malos y lo tienen todo pensado, pero lo que más estorba en la película son los imbéciles, que están por todas partes: en la centralita, en la policía, entre los invitados, en la prensa... Montones de imbéciles encantados con cómo hacen las cosas.
Pero, aún así, ganan los buenos. Y eso me parece un mensaje muy positivo. Yipee-kai-yei, hijos de puta.
En fin, que me parece una película estupenda si no sabéis que ver.
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