El Hobbit: La desolación de Smaug



 Yo no sé qué voy a hacer en 2015, porque ya no me imagino unas navidades que no empiecen yendo a ver a un hobbit haciendo recados. El arbolito de la esquina dirá lo que quiera, pero las navidades empezaron ayer.

Andrade está enfadadísimo con Peter Jackson, claro. Empezó enfadándose el año pasado, se indignó con los tráiler, se enfadó aún más ayer en el cine y creo que repetirá película la semana que viene solo para asegurarse de que no se pierde ningún horror. Dice que es como ver un accidente, pero que él es un morboso. Y es cierto que para Peter Jackson el libro es como el código de los piratas, “unas meras directrices”, pero yo disfruté como una enana con los jinetes del barril, me quedé boquiabierta con el dragón y me encantó la elfa que hacía legoladas. Y tampoco me parece que nada de lo que mete nuevo contradiga a Tolkien. Los paisajes y las ciudades son una pasada, como siempre, tiene acción, humor, amor y buena música. A lo mejor abusa un poco del chroma (que JuanRa lo llama “los dibujos animados”) que ahora mismo no se nota e impresiona, pero que igual en unos años sí. Estoy pensando, en concreto, en Beorn y en la escena de la estatua de oro.

En fin, que se me hizo corta, a ver si sacan pronto la versión extendida.

¡Ah! Para los que aún no la habéis visto, os aviso que no acaba. Que parece un aviso tonto sabiendo que son tres películas, pero es que se queda tan a punto que casi te crees que lo van a resolver todo y conozco ya  a uno que salió del cine enfadado porque no…

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